lunes, 3 de marzo de 2014

"La LOMCE, motivos para una huelga" (Carlos Gallardo Muñoz)

Gracias a  leemos este análisis que ha publicado en ACONTRACORRIENTE.INFO 


Los primeros dos años del PP al frente del gobierno han conseguido lo que grandes líderes revolucionarios ansiaron durante mucho tiempo, sacar a la calle a millones de españoles pancarta en mano. Los recortes o ajustes, como diría algún ministro popular con aires orwellianos, en todos los servicios públicos representan una de las mayores agresiones de la historia, a lo que algún día la sociedad conoció como el estado del bienestar. Así pues, España está experimentando el mismo proceso que Michael J. Fox en la famosa película, pero lamentablemente al revés, un viaje al pasado bajo la dirección de Mariano Rajoy.
En medio de este panorama de recortes y de reformas, la enseñanza ha resultado uno de los servicios más mal parados. El último de los ataques viene de la mano del ministro de educación, José Ignacio Wert o toro bravo, como se llama a sí mismo. El ministro le ha asestado una dura cornada a la enseñanza pública de calidad presentando la LOMCE, la Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa. Esta ley reformula el modelo educativo español, deja de lado el desarrollo personal de los estudiantes para pasar a formar simplemente a futuros trabajadores. Por lo tanto, se trata de una ley de carácter puramente mercantilista, que muestra una vez más la particular visión del PP de la sociedad, basada en la subordinación de los ciudadanos a la economía.
La controversia que ha generado la LOMCE, también conocida como la ley Wert, no es poca y los motivos son suficientes. No se tratan de meras formulaciones teóricas de un partido político que apesta aún a franquismo, sino de una amenaza seria para la escuela pública, que puede convertirse en la peor de las escuelas de la peor etapa que ha pasado la enseñanza en España.
Con la introducción de esta nueva ley, se elimina la materia de educación para la ciudadanía que fomenta valores básicos como el respeto por la diversidad y el medio ambiente. Sin embargo, al mismo tiempo aparece una nueva asignatura y, casualmente, se trata de religión. Ésta pasará a ser contenido evaluable para la obtención de títulos y becas, contando para nota y se igualará en horas al resto de asignaturas. Gil Tamayo, el portavoz de la Conferencia Episcopal, ya ha felicitado al PP por incluir en el currículo educativo la religión, que él considera un derecho. Y es que el gobierno popular parece estar jugando a recuperar aquello del nacionalcatolicismo, nada, viejas costumbres que los fundadores de su partido tenían.
Además, la intromisión de la religión en la educación no acaba con esto. Con la LOMCE el PP pretende financiar escuelas segregacionistas, que fomentan la separación de niños y niñas. Esta preocupante medida previsiblemente generará una doble brecha, por sexo y por clase social. Se trata de un planteamiento totalmente opuesto a la igualdad de género, ya que ésta implica convivencia entre hombres y mujeres, y separar por sexos supone lo contrario.
Otro de los aspectos fundamentales de la LOMCE es la “apuesta por el crecimiento económico y la competitividad”. La implantación de estos conceptos en la educación es espantoso y aberrante, representa trasladar el mundo de la bolsa, de las finanzas, a las aulas. Acabar con la humanidad de la escuela pública para convertirla en una fábrica de sirvientes, con fe ciega en el capitalismo, y de tiburones solitarios, dispuestos a pelear entre ellos por las migajas de un pastel que se están comiendo los grandes empresarios. Así el PP pretende dinamitar la base de la fuerza de clase obrera, la solidaridad y el apoyo mutuo. Adoctrinando a las nuevas generaciones en el individualismo neoliberal bajo el mensaje de que compitiendo con los demás conseguirás más que cooperando con ellos, el cambio del “yo gano, tú ganas” por el “yo gano, tú pierdes”. Alzando a los más inteligentes y culpando a los que tienen menos capacidades de su propio retraso respecto a los demás. Simplemente, trágico.
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Pero la LOMCE no acaba aquí, Wert el hombre que soñaba con una senyera y un bidón de gasolina, ha preparado un punto que seguro que enorgullecería a su querido Francisco. Se trata de dar primicia al castellano sobre el resto de lenguas del estado, y por lo tanto negar la existencia de Comunidades Autónomas con lengua propia. De este modo, se atenta contra el modelo de inmersión lingüística que garantiza la convivencia y la cohesión social en CCAA como Galicia o Euskadi. Se puede resumir en la misma palabra que utilizaron en el 36 los mayores enemigos de la democracia en España y que, casualmente, también ha usado el propio ministro de educación: españolizar.
Finalmente, dejando de lado otros aspectos controvertidos de la ley Wert, es necesario analizar el nuevo sistema de reválidas que se pretende implantar. Exámenes y pruebas que los alumnos de ESO y Bachillerato deberán superar con éxito para pasar de curso. Esto significa concebir la educación como una carrera de obstáculos, propia de los tiempos de NO-DO y no del siglo XXI. Además, la nueva ley de educación adelantará el acceso a la Formación Profesional. Los alumnos que con 13 o 15 años, sí con 13 o 15 años, no sean capaces de avanzar en la ESO tendrán la “opción” de desviarse hacia un oficio. Wert impone la desconfianza en los jóvenes, o niños, segregando entre los más listos y los más malos.
La LOMCE con su competitividad, con su apuesta por la religión, por la homogeneidad y los rankings entre centros educativo, aleja cada vez más a la sociedad española del sueño de tener una escuela abierta e inclusiva, que acepte a todos los niños pese a sus diferencias. En definitiva, una enseñanza basada en la igualdad que cree a futuras personas honestas y solidarias.
Frente a este panorama no queda más que luchar y protestar por nuestra educación pública, la de todas y todos, porque como bien dijo el pensador cubano José Martí: “Solamente un pueblo culto puede ser veramente libre”

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