lunes, 30 de septiembre de 2013

Cuando la mayoría silenciosa habla" (Tania Sánchez Melero)

Tania Sánchez Melero firma esta entrada en su blog de Público.es 

BLOG LLOVIENDO PIEDRAS: CUANDO LA MAYORÍA SILENCIOSA HABLA
Los docentes baleares están en huelga indefinida desde el 16 de septiembre. El catalizador ha sido la imposición de una regulación de la lengua en la escuela pública segregadora e inaplicable en la situación actual de recortes generalizados.
Pero  no ha sido sólo la política lingüística lo que ha movido a la comunidad educativa en baleares, la defensa de la educación pública que recorre todo el estado es común a una lucha que, lejos de encontrarse agotada, fue capaz de poner en las calles de Mallorca la manifestación más numerosa en la historia de la isla.

El presidente balear, José Ramón Bauzá no se ha salido del guión de su partido en su intento de desprestigiar las protestas en la educación pública balear. Una vez más le hemos oído insistir en el manido argumento de la mayoría silenciosa que no sale a las calles y por tanto, se supone que expresan en su silencio un respaldo incondicional a sus políticas.
Llevo todo el fin de semana en Palma y diría que la mayoría lejos de ser silenciosa se ha expresado con claridad.
 Desde el viernes he visto por rincones diversos de la ciudad marchas en bici, actos de estudiantes y sobre todo gentes de a pie, en sus quehaceres cotidianos que visten el paisaje urbano con el verde ya inseparable de la lucha por la educación pública. La marea el domingo se convirtió en un tsunami impresionante nunca visto en la isla. En un ambiente festivo se dio cita una mayoría que no calla sino que clama por proteger lo de todos.
Recorriendo la inmensa marcha un manifestante me entrego un pequeño papel que recogía los datos de voto de las últimas elecciones autonómicas: de los 711.611 votantes censados, fueron 194.680 quienes le otorgaron a Bauzá la presidencia, parece obvio que la mayoría social balear, no respalda al PP. Cuentas similares se han hecho en las elecciones generales, y en las encuestas de los últimos meses que reflejan de manera reiterada que casi la mitad de los encuestados no votaría a las opciones actuales.
Parece obvio que el sistema democrático español vive una crisis de legitimidad, pero no nos engañemos, sigue en pie, sigue tomando decisiones, sigue poniendo los recursos públicos al servicio de la minoría privilegiada, y así seguirá mientras no haya una expresión electoral que aglutine a la mayoría que comparta la imperiosa necesidad de poner en el centro de la política la defensa del bienestar de los más a costa de reducir los privilegios de los menos.
Desde luego cambiar las correlaciones de fuerzas en las urnas  no es cambiar el sistema, pero supone dar el primer paso en un cambio más profundo, hemos de tener claro que hay que dar ese paso, pero no podemos olvidar que el camino que se inicie  debe servir para construir un proyecto nuevo de país y por tanto, cada paso, debe expresar avances en un cambio profundo.
El modelo de democracia como sistema de  selección de elites para el gobierno de los asuntos públicos nos ha traído hasta aquí, hasta el punto en el que el gobierno basa su legitimidad en el silencio popular.
Ese silencio no es respaldo ni acuerdo, es incomparecencia, desarticulación, inexistencia de una sociedad civil con poder suficiente para que el poder político del estado esté a su servicio y no al del poder económico.
Lo que he visto este fin de semana en Palma, no ha sido sólo lo numeroso de la marcha, lo que me ha  impresionado es que el respaldo a la misma lo he encontrado en cada rincón de la ciudad; en los bares de barrio que distribuían las camisetas, en los paseantes que te paraban a preguntar de donde sale la marcha. El éxito de  la assemblea de docents en baleares es que son pueblo, que es la gente común la que ha llenado una caja de resistencia que será clave para mantener la lucha.
Esto es lo que debemos aprender de esta cita histórica, el cambio social empieza por victorias electorales pero estas no vendrá sólo de organizaciones que lideren coaliciones de izquierdas, sino de aquellas que sean capaces de articular procesos de convergencia que se expandan entre la sociedad, que invadan la cotidianidad de las gentes de a pie seduciéndolas en un proyecto colectivo de una nueva sociedad civil activa y exigente a la que nunca más se la engañe con promesas hipotecadas a plazo fijo.

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